sexta-feira, 16 de julho de 2010



(...)
- Si me quedo dormida, me muero.
- Por no doctorarte? No perderías mucho.
- Es increíble que un profesor hable así.
- Ya nadie sabe que puede estudiar solo. El que está en una aula donde hay un profesor, cree que estudia. Las universidades, que fueron ciudadelas del saber, se convertieron en oficinas de expendio de patentes. Nada vale menos que un título universitario.
La chica dijo, como para sí misma:
- No importa. Yo quiero el título.
- Entonses tal vez convenga que menciones los tres períodos de la historia. Cuando el hombre creyó que la felicidad dependía de Dios, mató por razones religiosas. Cuando creyó que la felicidad dependia de la forma de gobierno, mató por razones políticas.
- Yo leí un poema. Cada cual mata aquello que ama...
La miró, sonrió, sacudió la cabeza.
- Después de sueños demasiados largos, verdaderas pesadillas - explicó Hernandez -, llegamos al período actual. El hombre despierta, descubre lo que sempre supo, que la felicidad depende de la salud, y se pone a matar por razones terapéuticas.
(...)